El retorno a la democracia bajo el segundo gobierno de Fernando Belaúnde significó asumir las consecuencias de más de una década del régimen militar con reformas inconclusas. El tránsito a la democracia significó el restablecimiento de instituciones públicas como el parlamento, partidos políticos y medios de comunicación que permitieron hacer más visible la discusión sobre diversos temas y problemas del país. Sin embargo, esta emergente institucionalidad democrática fue desbordada por una crisis económica y ola de hiperinflación galopante, así como por el surgimiento de Sendero Luminoso y el MRTA que justamente se dio en los gobiernos democráticos de esta década. Será en las zonas altoandinas del centro del país donde crece progresivamente la presencia del terrorismo y el país ingresa a un espiral de violencia sin precedentes que incluye al sector educación.

La concepción de la escuela

Las diferentes concepciones sobre el rol de la escuela fueron dinamizadas por los debates políticos en las tres campañas electorales que transcurrieron en dicho periodo. Los planes de gobierno mostraron enfoques que vinculaban la educación, por un lado, como parte de la construcción ciudadanía y parte de los derechos sociales que el Estado debe garantizar y, por otro lado, había partidos que ponían el acento en el rol de la escuela en la formación para el trabajo y la inserción en el aparato productivo del país (Cuenca, 2013; Tovar, 1988).

Otros actores, bajo el enfoque de la llamada “educación popular”, hicieron foco en una visión de la educación más allá de la escuela, pero luego se abrieron a reconstruir un discurso de resistencia contra la escuela, por ser un aparato trasmisor de relaciones de poder de la clase dominante, a un discurso de revaloración e interacción con ella con una tendencia a fortalecer la participación y concientización en los escenarios escolares (Sime, 1991).

Desde el lado de las organizaciones terroristas, estas desarrollaron una concepción de instrumentalización de la escuela como medio de adoctrinamiento ideológico -basado en un discurso dogmático de la educación y la sociedad- y de reclutamiento, como lo advierte la Comisión de la Verdad y Reconciliación (2003, 138): “A través del amedrentamiento o la cooptación logró ubicar maestros en colegios donde le interesaba realizar una labor proselitista”. La penetración del discurso de estas organizaciones en las escuelas de ciertos lugares del país determinó que, en 1992, el gobierno aprobara un Decreto Ley que establecía el delito de “Apología del terrorismo de docentes” (Valle y Frisancho, 2021).

El avance de la espiral de violencia en el país activa desde diversos actores de la sociedad civil un discurso que vinculará el rol de la escuela como promotora de una educación para una cultura de paz y de respeto a los derechos humanos (Mujica, 2021).

La gestión de las escuelas

Al inicio del gobierno del presidente Alberto Fujimori (1990-2000), producto del incremento desmedido de personal administrativo, la ineficiente estructura administrativa, la centralización de la toma de decisiones, entre otros factores, se consideró que la reestructuración del Ministerio de Educación era una medida necesaria para alterar la trayectoria precedente. En general, la política de reducción del aparato estatal fue una de las medidas adoptadas en su gobierno.

A pesar de haberse propugnado la desconcentración de funciones desde 1986, los centros, programas e instituciones educativas seguían dependiendo de un organismo central. Inclusive, la falta de personal calificado impidió que pueda mejorarse la calidad de los servicios educativos, motivo por el cual se diseñaron programas de capacitación a lo largo del año.

Es de notar que, entre el final del gobierno militar y los primeros años del retorno a la democracia, el presupuesto anual dedicado al sector educativo tuvo una merma. Para el último año del General Francisco Morales Bermúdez en 1979, este abarcaba el 10,54% del presupuesto nacional, algo que prácticamente no varió con la llegada de Fernando Belaúnde. Sin embargo, debido a la crisis económica y la ineficiente gestión pública, los porcentajes se redujeron respecto a lo que se destinó durante el gobierno militar, oscilando entre 8,4% y 9,6% entre 1981 y 1985, respectivamente (Tovar, 1988, p. 47).

Esos cambios en el financiamiento de la educación se pueden también observar en la información revelada por Portocarrero y Oliart (2021, p. 51) en la cual se muestra una tendencia de aumento desde la década de los cuarenta hasta fines de los setenta, para luego decaer significativamente en los ochenta.

Tabla 6.  Gasto en educación en términos reales y como porcentaje del presupuesto (en millones de soles de 1950)

Fuente: Portocarrero y Oliart, 2021, p. 52

Quiénes estudiaban

Los datos proporcionados sobre la población escolar mostraban mejoras respecto a décadas pasadas, pero seguían evidenciando las profundas diferencias en la cobertura educativa de las regiones. Según una lectura por ámbitos socio geográficos de los datos del censo poblacional de 1981, mientras que en la costa 76,8% y 89,4% de la población de 5 a 9 y 10 a 14 años asistía a una institución de enseñanza, en la sierra estos porcentajes disminuían, siendo del 58,4% y 78,3%, respectivamente. Cinco de once departamentos de la sierra peruana (Apurímac, Ayacucho, Cajamarca, Huancavelica y Huánuco) tenían un índice de escolarización de la población de 5 a 9 años inferior al 55%.  Entre las causas que explican esto se destacan la disparidad de los servicios educativos en las áreas rurales en relación con los centros urbanos y la creciente deserción escolar tanto en el campo como en la ciudad, la cual incrementó producto de la crisis económica (Cardó, 1988). 

En un informe del Ministerio de Educación (1990) se observa la evolución de las tasas porcentuales de estudiantes escolarizados por rango de edades como se describen en la siguiente tabla. En esta se aprecia que, si bien entre 1987 y 1990 hubo aumentos en los porcentajes de cada rango d edad, estos han sido diferentes en su proporción, como en el caso de la población entre 6-14, que solo subió casi dos puntos, en comparación con la de 3-5 años, que aumentó aproximadamente diez puntos. 

Tabla 7. Tasa de escolaridad periodo 1987-1990 

Edades1987198819891990
0-21.11.72.22.8
3-537.540.944.647.6
6-1493.393.994.595.2
15-2443.545.446.347.7
0-2454.556.057.258.5
Fuente: Ministerio de Educación,1990, p.8

Desde una mirada más histórica, los datos que registran Portocarrero y Oliart (2021, p. 51) ilustran no solo la expansión significativa de la educación primaria, sino también el aumento progresivo de la educación secundaria.

Tabla 8. Matricula escolar primaria, secundaria y universitaria (en miles de estudiantes)

Fuente: Portocarrero y Oliart, 2021, p. 51

Fuentes primarias

Referencias