Este colegio tiene sus antecedentes en el Real Colegio de San Bernardo, creado en la casa del mismo nombre por orden del virrey Francisco de Borja en junio de 1619. De Borja, en su deseo de promover la educación de los hijos y nietos de conquistadores y criollos, ordenó a la Compañía de Jesús emprender un proyecto educativo en el Cusco. Este esfuerzo sembró la semilla de una tradición académica que años más tarde sería retomada y ampliada por el libertador Simón Bolívar. Tras su llegada al Cusco el 25 de junio de 1825, Bolívar identificó entre las necesidades del pueblo la consolidación de esta visión educativa. Así, el 8 de julio de 1825, decretó la fundación del Colegio del Cusco, utilizando la casa que perteneció a los jesuitas y ordenando la incorporación de los colegios de San Bernardo y El Sol en esta nueva institución, asegurando así la continuidad y expansión del proyecto educativo original. El 15 de septiembre de ese año, se inició la primera cátedra en religión con el doctor José Feyjoo como primer rector.
Feyjoo decidió restaurar la casa de los jesuitas como local definitivo y acondicionarla para las clases. Con mucho esfuerzo, el 28 de octubre de 1827, se anunció la apertura oficial del Colegio de Ciencias y Artes. En ese año, el colegio contaba con 176 estudiantes varones matriculados, y el rector buscó remodelar más áreas del antiguo convento jesuita. Luego de la revolución cusqueña, la corona española había suspendido en marzo de 1816 a la Universidad San Antonio Abad la capacidad de conferir grados, pero con la independencia, Bolívar deseaba poner en práctica su proyecto de establecer un centro de educación integral. Así, transfirió la facultad de conferir grados al Colegio de Ciencias y Artes, el cual tomó el nombre de San Simón y comenzó a funcionar en el local del San Bernardo hasta 1828, cuando la San Antonio Abad fue restituida. En el contexto de las guerras de la Confederación Peruano-Boliviana se produjo la primera clausura del plantel. Cuando retomó sus funciones hacia 1841, trasladó a los estudiantes al antiguo Colegio San Buenaventura, ubicado en la Plaza de San Francisco.
Terminado el conflicto con Bolivia hacia 1842, el colegio reabrió en septiembre del año siguiente, y se designó como rector a don Francisco Pacheco. A fines de 1856, otra interrupción en el funcionamiento del plantel ocurrió debido a una epidemia de fiebre amarilla que diezmó la población del Cusco. El colegio permaneció cerrado durante todo 1857 y parte de 1858, hasta que en marzo de ese año el Consejo de Ministros ordenó su reapertura, la cual se concretó en junio. El 16 de octubre de 1858, se promulgó un decreto con el objetivo de reorganizar el colegio, dividiéndolo en dos secciones: elemental y superior. Posteriormente, la remodelación del local del San Buenaventura en 1870 contribuyó a la permanencia del local durante los años de la Guerra del Pacífico. Varios funcionarios del colegio, sin embargo, participaron en el ejército peruano y la economía del plantel se vio afectada. Para 1906 había aproximadamente 102 matriculados. Durante la dirección de Zenón Ochoa, se promovió el curso de deportes y el 8 de julio de 1901 se fundó el histórico club Cienciano. Años más tarde, el terremoto de 1950 destruyó la infraestructura del colegio, lo que llevó a su mudanza temporal por ocho años al local de la Avenida La Cultura. La música, por otro lado, también fue de importancia para el colegio y se estableció la Lira Magisterial Cienciana en 1959, dirigida por los profesores Abel Garrido y Eleodoro Justiniani.
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Fuentes
- Villanueva, H. (1956). Historia del Colegio Nacional de Ciencias del Cuzco. Gráfica de la Editorial Garcilaso.